Hace 6 años que junto a mi familia hemos decidido emprender un nuevo viaje hacia el nuevo mundo. El motivo no era económico sino de vivir una nueva experiencia. La “excusa” era hacer un Máster fuera y luego ver que hacíamos. Un año después, luego de varios análisis, búsquedas de info en internet y escuchar diferentes experiencias, decidimos emprender el viaje. Las opciones eran varias…Madrid, Bilbao, Valencia, Alicante, Barcelona … pero nos decantamos por esta última porque era la que a priori, nos presentaba una mejor combinación entre calidad de vida, mercado laboral, educación y oferta de actividades. A pesar de que el idioma era diferente, y que la cultura era la mas distante a la nuestra (dentro de las opciones analizadas), decidimos darle curso a esta experiencia.
Al principio sentimos el impacto de pasar de “jugar de local” y pasar “visitante”. Esto se notaba principalmente a la hora de gestionar los diferentes tramites para poder estar viviendo en regla, ya que, a pesar de venir con ciudadanía italiana, no nos libramos de los tramites de empadronamiento, sistema de salud, guardería, colegio, certificado de residencia, canje de carnet de conducir y demás. Y es aquí donde quiero hacer un paréntesis. No contar con la ciudadanía hace que todo lo que te he contado anteriormente no lo puedas hacer y tengas que buscar trabajo en el mercado informal.
En lo que respecta a lo laboral, el salto fue hacia abajo en un principio, algo que imaginábamos. El famosos derecho de piso. Tanto mi mujer como yo comenzamos a trabajar rápidamente, pero en puestos de menor responsabilidad a los que estábamos acostumbrados en Argentina. Esto al principio no nos gustó mucho, pero entendíamos que parte del esfuerzo de este cambio de vida consistía en bajar para tomar envión. Y así fue. Al cabo de dos años, ambos estábamos en puestos de mayor responsabilidad, con tiempo para dedicar a nuestros hijos y a viajar.
En cuanto a lo cultural, pensábamos (erróneamente) que éramos parecidos a los catalanes. Pero aquí los amigos no se cuentan por cantidad, ni las anécdotas de fin de semana se exponen entre café laboral los lunes. Aquí no se saluda (o despide) a cada persona con un beso o dándole la mano, acá alcanza con un “bon día”. Asi es, en 3 segundos y con esas dos palabras obtienen el mismo resultado que nosotros en 10 min en nuestra ronda matutina. Y esto es un claro ejemplo que simboliza nuestra diferencia cultural. Lo justo, lo necesario.
Por último, la calidad de vida, que merece un comentario aparte. Solo contemplando que, viviendo en Barcelona, como muy lejos a 15 min tienes la playa, a 1 hs en auto existen unas playas con agua cristalina (Costa Brava) que los europeos aprovechan en sus vacaciones, a 2 hs están los Pirineos y Lagos, y hasta a 2 hs los amantes de la nieve pueden disfrutar de los mejores centros de esquí. ¿Si a esto le sumamos que el clima es su principal característica con más de 300 días de sol por año… encontraríamos un lugar mejor para vivir? Nosotros la respuesta la hemos descubierto, tardamos un año, pero te dejo que vivas tu propia experiencia y luego me cuentas.




