Me mudé a Santa Fe hace diez años, luego de vivir en el Exterior, Buenos Aires, Santa Rosa (La Pampa) y San Rafael (Mendoza). Me mudé junto a mi mujer y mi primera hija.
Luego de vivir en el Exterior y en Benos Aires, al principio extrañaba la energía y la variedad de opciones. Santa Fe es más tranquila, y eso puede ser un choque cultural. Pero con el tiempo, descubrí su encanto.
La gente es amable, pero no esperes que todos sean tus amigos de la noche a la mañana. La integración lleva tiempo.
El costo de vida es más bajo, pero no esperes lujo. La ciudad tiene sus problemas, como la burocracia y la infraestructura.
Profesionalmente, encontré oportunidades, pero no es un paraíso. Hay que trabajar duro y buscar. Me costó 7 meses conseguir un empleo privado, y no era en Santa Fe. Luego terminé teniendo un trabajo en el sector público. Como capital de una provincia fuerte, hay posibilidades para sectores culturales, educativos, médicos, jurídicos, etc, etc. En el mundo privado está creciendo mucho el sector de innovación asociado a la biotecnología.
Lo que más me gustó fue la calidad de vida. Puedo caminar por la ciudad sin estrés, disfrutar del río y la naturaleza. Es una ciudad que ha ido creciendo mucho desde que estoy, creciendo en oportunidades artísticas y gastronómicas. Pero además no pierde su esencia de siestas, de río y playa.
Si vienes a Santa Fe, ten en cuenta:
- La adaptación lleva tiempo.
- No esperes que todo sea perfecto.
- Conecta con la comunidad local.
- Aprovecha el río, la playa y la tranquilidad.
No es un cuento de hadas, pero es una ciudad que te brinda oportunidades y tranquilidad. Si estás dispuesto a adaptarte, Santa Fe puede ser tu hogar.



