¿Nos vamos? Cómo evitar que la migración termine en naufragio.
- Agustin Ribero Nogueira
- 29 ago 2024
- 2 Min. de lectura

Vivir la migración como un escape, sólo como un impulso que nos aleja de todo lo malo que tiene la gran ciudad (inseguridad, contaminación, estrés, etc.) probablemente nos lleve a elegir un destino sub-óptimo. El náufrago que salta del barco llega a donde puede, no a donde quiere. Para tomar la decisión de relocalizarse, no hay que olvidarse que nuestro barco aún está flotando; si en el horizonte tenemos más opciones que una sola isla desierta, vamos a poder elegir mejor.
En esta primera instancia nos interesa ayudar al migrante a que pueda hacer el clic de abandonar el foco en lo negativo que deja atrás y conectar con la realidad de su destino futuro, por supuesto con el estímulo de los aspectos positivos que lo llevan a buscar el cambio, pero sin caer en la idealización.
Luego de vivir un tiempo considerable en un mismo lugar, son varios los motivos pueden llevar a una persona o a una familia a tomar la decisión de mudarse de ciudad. Es cierto que hay ocasiones en las cuales una situación traumática específica se convierte en un disparador evidente – y urgente – para decidir el cambio de rumbo. No obstante, aún en esos casos, al analizarlos con profundidad encontramos multicausalidad. Un vicio muy frecuente es el de suponer que un cambio de residencia alcanza para resolver – casi mágicamente – cualquier aspecto negativo de nuestra vida. Depositar tales expectativas respecto de una mudanza es un error que nos puede llevar a un destino muy diferente al imaginado.
Es fundamental ser exhaustivos - y honestos - para identificar cuáles son esos factores que inclinan la balanza hacia la necesidad de seguir la vida en otras latitudes. Desde MIGRA estamos convencidos que conocer las motivaciones – tanto desde el plano racional como el emocional – es un primer paso crucial y determinante para atravesar el proceso con mayores chances de éxito. Y entendemos el éxito no como algo que se puede definir desde afuera, sino como producto de un trabajo introspectivo sobre las expectativas y aspiraciones de cada persona que decide migrar (calidad de vida como un concepto subjetivo, más que objetivo). No se trata sólo de conectar con la “foto” que esperamos hacer realidad en unos años, sino de definir también nuestras expectativas en cuanto a qué valoramos y qué queremos cuidar durante la transición migratoria. Este proceso va desde ese primer momento en que alguien se plantea por primera vez la posibilidad de mudarse, hasta un tiempo después de haberse relocalizado, dependiendo de cómo sea la adaptación e integración social en cada caso.
Así, definir nuestro perfil migratorio (aspiracionales, actividades y dolores) es un insumo clave para ayudarnos a tomar la decisión de migrar de manera más consciente y madura, entendiendo con mayor claridad qué aspectos de nuestra vida actual probablemente mejoren y cuáles dependerán de otros factores no relacionados directamente con la relocalización. Este es el primer paso en el que te acompañamos desde MIGRA.





Comentarios